El Impuesto deSociedades, sin lugar a dudas, es uno de los impuestos que más recursos aporta a las arcas públicas. En concreto es el tercer impuesto que más engrosa a la Agencia Tributaria, para luego repartirlo entre prácticamente todos los ministerios.
El Impuesto de Sociedades, de recaudación anual, y que fue liquidado el pasado mes de Julio de 2019, del cual ahora se pueden extraer datos, sigue siendo básico para la inversión. Este ingrato impuesto visto por empresarios y tabla de salvación visto por administraciones públicas ha tenido un ligero deceso en el ejercicio 2019. No una reducción global, no se alarmen, pero sí una pequeña reducción respecto al dato de 2018, debido a que las 10 primeras empresas más grandes de España, las que cotizan en Bolsa, en el IBEX 35, han aportado menos por el Impuesto de Sociedades. ¿Descenso de beneficio, por tanto de ingresos y por ende de volumen de negocio?
Si aceptamos que el descenso ha sido consecuencia directa de la marcha de la economía española, igual habría que reflexionarlo y ver las causas para anticipar una posible recesión.
Pero si desgranamos las posibles causas, podemos ver que no es indicativo un somera visión. Así, Repsol arrojó pérdidas por una operación de saneamiento de su balance de pérdidas y ganancias y comenzar su adaptación a su estrategia contra el cambio climático. Telefónica acusó su plan de bajas incentivadas en la necesaria descarga de personal para adaptarse a las nuevas condiciones de su mercado sectorial, el cual es altamente competitivo por la irrupción de otras compañías “low cost”. La banca, los grandes bancos reducen un 20 % su beneficio, cosa que también echaba en falta gran parte de la población, después de ver que el rescate bancario sólo lo soportaban los ciudadanos, y no los directivos y ejecutivos de los bancos.
En cualquier caso, este análisis de las 10 compañías monstruo españolas, pese a que su facturación es estratosférica, no es reflejo de las miles y miles de sociedades que han tributado por el Impuesto de Sociedades y que en su mayoría han aportado un poquito más.
El Brexit, la desaceleración económica en Europa y la guerra comercial con la EEUU de Donald Trump, han ejercido una influencia casi segura, en este bache de la recaudación, que en 2019 ha llegado a los 22.700 millones de €, y que viene a ser la primera vez que desciende desde 2014.
¿Ha podido influir la inexistencia de un Gobierno estable que tomara decisiones desde hace casi un año?
Muy posiblemente, pero lo que sí ha influido seguro, es la repatriación de filiales de estas grandes compañías en países extranjeros. Maniobra que se produce desde finales de 2018 y que culmina durante todo el ejercicio del 2019. ¿Cuál es el objetivo o el fin perseguido? ¿Miedo a una hipotética subida del Impuesto? ¿Ingeniería fiscal?
Pues por ahí parece que van los tiros, la estrategia fiscal de algunas de estas compañías ha sido trasladar filiales y divisas al extranjero, por las que están exentas de hasta el 100 %, las que han podido hacerlo claro. Poco patriótica esta maniobra, pueden pensar muchos, cuando hay ruido de sables de que hay que aportar más en España, pues hacemos las maletas y nos vamos para Irlanda, por poner un ejemplo de paraíso fiscal, pero hay otros, ni hablar de las repúblicas bálticas o islas perdidas en diversos océanos.
Hay que recordar que el Impuesto de Sociedades grava el beneficio al menos con un 15 % los primeros años que se obtiene dicho beneficio, no a los ingresos brutos. Entonces, ¿engordar la cuenta de resultados a costa de nuestros compatriotas?
¿Ingeniería fiscal al servicio de las empresas? No han hecho nada ilegal, es lícito crear filiales, realizar inversiones estratégicas en países emergentes o internacionalizar la compañía.
Tal vez una regulación que ponga coto y que estas filiales tributaran al menos con un porcenaje siendo la razón social española radicada en territorio nacional, o incluso que se pudiera demostrar el arraigo hispano histórico, son cuestiones que pueden parecer ciencia – ficción, pero puede ser lo más justo con las arcas españolas.
La colaboración entre jurisdicciones es fundamental, sin la colaboración internacional, países como Suiza o las Islas Caimás seguirán albergando sedes sociales y fiscales. Queda un largo camino para eliminar los centros offshore, el secreto bancario y la opacidad financiera y societaria de estas no tan lejanos paraísos, que se quedan un pellizco de nuestra recaudación.
Mientras eso no ocurra, pues depende del albedrío de las compañías, o del patriotismo de sus mandatarios, de valorar en mayor o menor medida aportar a nuestras arcas, para tener más y mejores carreteras, hospitales y en definitiva servicios públicos.
El debate está servido, ¿una menor fiscalidad puede alejar esas maniobras y quedarse en España y tributar aquí? ¿Eso puede sostenerlo las arcas públicas? Estaría por ver el resultado…pero la cuerda debe soltarse o apretarse aún más fuerte.
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